Alguien dijo: "¡Todo ardió hasta ser ceniza! ¡¿No vamos a sembrar más en la Tierra?!" ¿Quién dijo que la Tierra ha muerto? ¡No!, tan solo se ocultó por un tiempo. No hay quien arrebate a la tierra su maternidad, como no hay nadie que diseque los mares; ¿Quién creyó que la Tierra ardió en llamas? ¡No!, es que ha ennegrecido de amarguras. Como tajazos se abren las trincheras y como heridas se entreabren los huecos de los proyectiles; los nervios desnudos de la Tierra padecen sufrimientos nada terrenales. ¡La Tierra soportará todo, sabrá esperar! ¡No la cuenten entre los inválidos! ¿Quién dijo que la Tierra no canta, que se ha callado para siempre? ¡Si! ella sí canta por los gemidos del bosque, por sus heridas, por el resuello de los ciclones. Es que la Tierra es el alma nuestra, ¡no nos pisoteen el alma con sus botas! ¿Quién creyó que la Tierra ardió en llamas? ¡No!, tan solo se ocultó por un tiempo.
© Juan Lius Hernández Milían. Traducción, 2010