En un principio la palabra fue triste y afligida. El planeta nació en los suplicios de la creación. De tierra firme hacia ninguna parte se desprendieron enormes pedazos que, por aquí y por allá, se convirtieron en islas. Y peregrinando por el mundo sin flete y sin bandera, a través de millones de años, épocas y edades, una isla - vagabunda y solitaria - cambió su imagen, pero guardó su naturaleza y el espíritu de su esencia. En un principio fue la palabra, mas se agotaron las palabras y ya los marineros poblaban la tierra y por los bordes se lanzaban a las islas que para simplificar llamaban barcos. Pero si con el tesón de un abrazo mortal se orientan a la orilla, seguramente regresarán las islas donde imperan reglas propias del mar y las leyes y el honor de lo esencial. Quizás la ciencia me perdone este paralelo con la libertad al interpretar las teorías, pero, si en un principio fue la palabra en la tierra, esta, sin duda alguna, fue la palabra "mar".        
© Juan Lius Hernández Milían. Traducción, 2010