No fue ninguna bagatela: te tenía en la mano abierta como una preciosa novela de tosca sobrecubierta. Me prendé como un niñato, discreto y vehemente, leía nuestro relato con título indecente. Hubo lágrimas, amenazas: siempre las mismas. Todo era prosa rasa y muy pocas rimas. Tu cariño violento y demás pericias fue espantoso como un cuento de la temprana puericia. A menudo pensé, inocente, que no te habían leído, pero te hojeó mucha gente, como una pieza de archivo.                 Aunque sea ya tarde, sigo esperando el instante para pasarle a alguien el libro con título humillante.
© Oleg Shatrov. Traducción, 2012