Si fuera yo tan rico como el rey del mar, solo tendrías que gritarme: «¡Agarra el señuelo!» ¡Todo mi mundo subacuático y el superficial sin mucha dilación te lo entrego! Para ella, una casa de cristal en la montaña alta, y yo, como un perro, viviría encadenado. ¡Mis manantiales de plata! ¡Mi sueño dorado! Si fuera pobre yo como un ratón de sacristía y sin tener donde caerme muerto, diría: «¡Ayúdame, dios mío, no me abandones, no me lo merezco!» Para ella, una casa de cristal en la montaña alta, y yo, como un perro, viviría encadenado. ¡Mis manantiales de plata! ¡Mi sueño dorado! No me atrevo a compararte con cualquiera, que me aspen, no me asusta nada. ¡Te miro siempre como a Madonna por el mismo Rafael pintada! Para ella, una casa de cristal en la montaña alta, y yo, como un perro, viviría encadenado. ¡Mis manantiales de plata! ¡Mi sueño dorado!
1 Canción dedicada a Marina Vlady, la última mujer de Vysotski.

© Oleg Shatrov. Traducción, 2012