Me arrojo tensando los nervios, pero hoy es lo mismo que ayer: me están azuzando, contentos, por el cerco me hacen correr. Entre abetos, fragor de escopeta, cazador en la sombra escondido, sobre la nieve los lobos se agitan, convertidos en un blanco vivo. ¡Empieza la persecución y la batida, caza de lobos grises, viejos y cachorros! Vocean los monteros, los perros ladran y vomitan; banderolas rojas, nieve blanca, sangre a chorros. No juegan limpio los cazadores, firme la mano, sin palpitación: nuestra libertad entre banderolas, disparan seguros, con precisión. Nuestras costumbres parecen eternas: todavía lobatos ciegos, mamando la leche materna, aprendimos a no pasar de los cercos. ¡Empieza la persecución y la batida, caza de lobos grises, viejos y cachorros! Vocean los monteros, los perros ladran y vomitan; banderolas rojas, nieve blanca, sangre a chorros. ¡Rápidas piernas, fauces de acero! ¡Contéstame ahora, fiera! ¿Por qué nos ponemos al tiro y no intentamos cruzar la barrera? Un lobo no actúa de otra manera; me convierto en una diana perfecta: el que ha de marcar mi destino ya está levantando la escopeta. ¡Empieza la persecución y la batida, caza de lobos grises, viejos y cachorros! Vocean los monteros, los perros ladran y vomitan; banderolas rojas, nieve blanca, sangre a chorros. La cobardía acaba vencida, ¡mis ganas de vivir son más fuertes! : Es el final de la embestida, estupefacta grita la gente. Me arrojo tensando los nervios, hoy ya no es lo mismo que ayer: me están azuzando, pero, ¡esta vez no me dejo prender! ¡Empieza la persecución y la batida, caza de lobos grises, viejos y cachorros! Vocean los monteros, los perros ladran y vomitan; banderolas rojas, nieve blanca, sangre a chorros.
© Oleg Shatrov. Traducción, 2012