Te has ido por un breve lapso. Dios prohíbe que de nuevo nos veamos. Marcho al Este en un carro ganadero, Sentenciado, Dios quiso, a ser minero. No llorarás ni lazarás lamentos, Ni acudirás a la familia, vieja o tierna. No me importa un comino; estaré afuera Sacando el oro de la tierra paterna. Todo se ha detenido; las ruedas están quietas. Rieles y ligaduras han llegado a su fin. Al viento rendiría mi llanto si lo hubiera, Pero ya no fluyen lágrimas de la tierra. ¡Pero no importa, no esperes, adiós! Que mi dolor no sea tu pesadumbre. Pero no olvides que es la voluntad de Dios Que se cruce de nuevo el camino de los dos. Tendrá fin la condena; yo sobreviviré ¡Y recuperaré mi libertad! Pero aquí en el exilio duermo en una tabla Y trato con gran fuerza de olvidar. Si encuentro bosques que lacera el viento y un infinito azul, ¿Cómo podría mis lágrimas guardar? Hay siete mil kilómetros detrás, ¿Y delante? Siete años de llorar1.
1 La palabra rusa sineva, traducida aquí como "llorar" por razones tic rima, significa a la vez "tristeza" y "podredumbre azul”, esta última una enfermedad fungosa de la madera; en el original ruso implica también la pudrición física y psíquica que ocasiona la prisión.
 
© ?. Traducción, 1970